
LA FLAMENCA SIN COPLA
En el mes de Junio los árboles y plantas del patio de mi casa de aldea reciben la transición de la Primavera al Verano y con ocasión de los días más largos y las noches más cortas, orlados en sus tallos y hojas por una muchedumbre silenciosa de Coccinella septempunctata, unos pequeños coleópteros que presentan en el anverso de sus élitros, (alas modificadas convertidas en carcasa protectora de las verdaderas y membranosas alas), un intenso y brillante color rojo con siete puntos de color negro (tres máculas en cada élitro y una más que comparten ambos en su intersección y en el encuentro de pronoto y protórax) en manifestación de la toxicidad de algunas sustancias secretadas para algunos pájaros y reptiles que pretendieran disponer de estos insectos en su dieta.
Se conoce este fenómeno de advertencia de toxicidad mediante colores vivos, como aposematismo o coloración aposemática. En su pronotum presentan dos manchas blancas, que completan su belleza cromática.
Las dulces savias, maple syrup, de los arces de mi patio son en sus hojas, todo un festín para la ganadería de pulgones que gobiernan y apacentan las hormigas. Evitando el uso de insecticidas industriales que raramente discriminan la plaga que se pretende exterminar alcanzando efectos biocidas más amplios, he conseguido disponer de las Mariquitas como eficaces colaboradores de las plagas de pulgón que las Primaveras húmedas y cálidas generan en la vegetación.
En efecto, constato año tras año la sanidad de las hojas de mis arces y de las glicinias, rosales, violetas, jazmines y frambuesos…, sin necesidad de emplear producto de alquimia alguno y dejando hacer a las Mariquitas que a lo largo del mes de Junio van completando su ciclo vital.
Estos días, ya entrado el Verano, la escoba retira con gesto contenido los restos de estos aliados que, ya sin vida, alfombran el suelo del patio y otras tantas que encontraron bajo el caño grueso del abrevadero, su final.
Otras muchas prosiguen su labor en la vegetación, inspeccionando todos los elementos del jardín, hasta el último recoveco de los muros de piedra, hasta el último confín… Las que nacieron en esta Primavera llegarán a la invernada que soportarán hasta en las condiciones más inclementes. Así las he visto, incluso, bajo las piedras de los canchales glaciares a más de dos mil metros de altura, en grupos de algunas decenas. Luego de los fríos, hielos y nieve, en la nueva Primavera, volverán sin hacerse notar y su amistad conmigo sellar, para proseguir sus imperativos vitales y pugnar, ávidas, con las hormigas por los mismos áfidos.
Cuadernos de Educación Ambiental escritos con la sencilla observación de cuanto acontece sin nuestro permiso pero que con nuestra intervención desinformada o alevosa según los casos, emborronamos con frecuencia y sin licencia.
Gerardo Hernando Trancho.
Junio MMXVII
Las vainas y caparrones se encaraman y entretejen sobre las varas de los avellanos hincadas en las huertas.
Los pollos volanderos de las nidadas del Mirlo, esquivan a gatos, busardos, zorros y garduñas.
No todos volarán más.